26 agosto, 2014

El peso del silencio...

Lo que quiero es un secreto porque no es nada de quien me lee. Y menos de quien no me oye por estar absorto en lo que a cuatro vientos no deseo. Me callo por miedo de perder a un sordo que me habla nada más de lo que no veo porque estoy ciega para el conformismo. Sólo (sola) anhelo la libertad que tan lejos se halla de su discapacidad emocional, y también, de mi incapacidad espiritual. ¿Pero por qué conservar este lazo, si los mismos no se hacen de retazos? 
Ando atada al universo egoísta de tu materia superflua y vacía, la encuentro ansiosa por robarte hasta la ultima palabra e invitarme a través de tus ojos ya quebrados a ser también su compañía. Y a veces me tienta distraerme de mi propio mundo en vías de desarrollo, pero mi cobardía no supera la de tu ausencia en la vida. 

Me proyecto con miedos porque la luces con las que afrontaba mi existencia se apagaron al comenzar tu función. Es curioso que me sepa los diálogos de memoria y que no crea en finales felices, cuando solo he visto los créditos. Igual me queda esperanza porque disfruto de dibujar los escenarios, por eso es que me quedo.

Voy a guardar el secreto, hasta encontrar esa cinta y rev(b)elarme
el valor de volver a ser yo, el mundo
y mi camino. 

Por eso es que me voy.

...Puede quebrar una costilla. 


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Todo relato redactado aquí me pertenece (salvo aquel en el que especifique lo contrario). Los hechos y/o personajes pertenecientes a cada uno de los textos son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Advierto que pueden existir excepciones.

De todas formas interprete las cosas como se le de la gana, ya que a mi nunca me hacen caso y sacan cualquier conclusión.

Cuénteme de usted o hábleme mal.
No más ordenes. Besos, abrazos y patadas.