12 noviembre, 2014

Enfrente.


Apaga mi corazón un segundo, silenciando mis sentidos para no poder ver aun con los ojos cerrados. Necesito sentirme bien como cuando estás, pero sin tenerte aflora la culpa y me ahoga el desagradable aroma de recordarme mintiéndome a mi mismo. Engañando a mis latidos, cambiándole la existencia para sentirme mejor con la mía. Para equilibrar otra más. Y no puedo complacer a más de un alma sin fallarme, sin embargo puedo contemplarlas desde distintos compases incluidos en la  misma melodía. Paradójico, y estúpido porque... ¿qué es en realidad más importante? Quizás complacer sea mentir y cualquier motivo para desviarme de mis sentimientos es falacia.

Real, pero incomprendida. Van buscando cambiarle la letra a esta canción sin saber que no hay nada más allá de este tarareo al ritmo de mi palpitar. No hay un doble sentido en mis notas, pero siempre más de un oído para conmover. Y aunque el mundo se volviera sordo, no dejaría de existir. No cantar por depender de un público es no ser fiel a mi mismo.

Tal vez me culpo solo por miedo de que no entiendan que lo trágico fue poner una venda en los ojos de la verdad. El negar no fue jamás motivo de inexistencia, como aceptar no fue tampoco causa de lo mismo. El legítimo dolor se encuentra al comprender que existir no es proporcional a uno solo.

Pareciera que he logrado perdonar a todos menos a mi mismo. Y sigo engañándome, porque esto es otro intento más por proteger algo.
Supongo que solo soy un cobarde con pensamientos valientes atrapado en un mundo de doble moral.




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Todo relato redactado aquí me pertenece (salvo aquel en el que especifique lo contrario). Los hechos y/o personajes pertenecientes a cada uno de los textos son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Advierto que pueden existir excepciones.

De todas formas interprete las cosas como se le de la gana, ya que a mi nunca me hacen caso y sacan cualquier conclusión.

Cuénteme de usted o hábleme mal.
No más ordenes. Besos, abrazos y patadas.